Washington, 20 de enero (EFE).- A Mike Pence le tocó este miércoles pasar el trago amargo de representar al Gobierno saliente de EE.UU. en la toma de posesión del demócrata Joe Biden y de su sucesora en la Vicepresidencia, Kamala Harris, en ausencia de su jefe, Donald Trump.
Pence, que durante cuatro años fue el fiel escudero de Trump, acabó su período como vicepresidente alejado del mandatario, tanto en lo personal como en lo físico, ya que este había partido horas antes del frío Washington a su soleada mansión de Palm Beach, en Florida.
Las cosas entre ambos aparentemente habían ido bien desde que Pence ayudó a Trump a ganar las elecciones de 2016 aportando a la fórmula presidencial el voto del conservadurismo cristiano, almorzando juntos casi a diario en la Casa Blanca.
ASCENSIÓN Y POSTERIOR CAÍDA EN DESGRACIA
Pence, un poco conocido gobernador y congresista republicano de Indiana hasta entonces, parecía servir hasta cierto punto, con su sensatez, de anclaje y equilibrio a las salidas de tono de un gobernante que desconocía los entresijos de la política de Washington.
Pero el aliado incondicional de Trump durante los últimos cuatro años cayó definitivamente en desgracia para el gobernante cuando se negó a seguir sus indicaciones y, en una maniobra desesperada, rechazar los resultados del Colegio Electoral que daban la victoria a Biden.
Fue el pasado 6 de enero, el día en que se produjo el ataque de los seguidores radicales de Trump al Capitolio para interrumpir una sesión presidida por Pence para confirmar la victoria del demócrata.
"Todo lo que Mike Pence tiene que hacer es enviar (los votos del Colegio Electoral) de vuelta a los estados y GANAREMOS. Hazlo, Mike ¡Es el momento de la valentía extrema!", fue la inédita petición de Trump en un tuit.
Hasta ese momento Pence había apoyado las denuncias sin fundamento de que habían sido objeto de un "fraude masivo" con que Trump machacaba a sus seguidores desde antes incluso de que se supiera su derrota electoral, pero esto era pasar una línea roja.
APOYAR Y DEFENDER LA CONSTITUCIÓN
Consciente de no tener capacidad legal para cumplir las órdenes de su jefe y del disparate de la petición, Pence mandó un mensaje tranquilizador a los legisladores:
"Es mi juicio meditado que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me impide reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no".
La respuesta de Trump, también por Twitter, fue llamar cobarde a su discreto vicepresidente por no haber cumplido su petición.
A partir de ahí, el alejamiento total. Fue Pence quien primero condenó la violencia del asalto al Capitolio y el que, en contacto con el Pentágono y las autoridades de la capital, ayudó a coordinar el despliegue de la Guardia Nacional y de otras fuerzas para recuperar el control de Washington DC.
Pese al alejamiento, Pence, que llevaba cuatro años defendiendo a Trump con diligencia en numerosos escándalos, mantuvo su fidelidad al mandatario y se negó a su destitución fulminante.
Tras la algarada de los seguidores de Trump después de que este los arengara instándolos a ir al Capitolio y hacer una demostración de fuerza, los demócratas del Congreso llamaron a Pence a recurrir la Enmienda 25 de la Constitución y destituirlo.
Pero Pence, que por una vez contaba con todo el protagonismo y la atención, se negó.
Esa medida requería también el apoyo de una mayoría de los miembros del Gabinete, algunos de los cuales ya habían abandonado a Trump, en protesta por la actitud del mandatario ante el intento de alterar el orden constitucional.
Todo derivó en un segundo proceso de destitución contra el presidente, acusado de "incitar a la insurrección", que se debe ventilar en el Senado.
CRISTIANO Y CONSERVADOR
Con sus acciones, Pence demostró seguir fiel a sus valores de "cristiano y conservador", sin perder la calma.
Tampoco perdió la calma durante uno de los momentos más complicados de la Presidencia de Trump: el primer juicio político al que fue sometido el ya exmandatario hace un año por obstrucción a la Justicia y abuso de poder en el caso de las presiones a Ucrania.
En esa ocasión existía la posibilidad de que, de haber sido condenado Trump, a Pence le hubiera correspondido asumir el cargo, un peligro que ahora no existe en el nuevo juicio, pues lo único que se juega el magnate es la inhabilitación para ocupar nuevos cargos públicos.
Se desconocen los planes políticos de Pence, que de momento vuelve a su vida ordenada, con su esposa de hace más de 30 años, Karen, una educadora y pintora de acuarelas, y sus tres hijos.
Jill Biden: primera dama, maestra activa y doctora en Educación
Nueva York, 20 de enero (EFE).- Jill Biden, la flamante primera dama de Estados Unidos, hará historia al mantener su empleo de profesora pese a las demandas de su nuevo rol, en el que marcará a buen seguro un fuerte contraste con su predecesora, Melania Trump.
Jill Biden, de 69 años, ha dedicado su vida a la educación. Comenzó como maestra de secundaria para niños con necesidades especiales y durante la vicepresidencia de su marido en 2009 compaginó una apretada agenda institucional con su trabajo de profesora de inglés en un colegio universitario en Virginia, donde como primera dama seguirá desempeñando su trabajo.
Esa decisión, la de seguir manteniendo su independencia laboral, además de mantenerse al frente de la oficina de la primera dama, es histórica.
"Para mi es difícil considerar mi decisión en términos históricos, porque ya enseñé durante los ocho años en los que fui segunda dama", explicó el mes pasado en una entrevista con el humorista Stephen Colbert.
Pese a la intensa carrera política de Joe Biden, que intentó optar a la Presidencia en varias ocasiones y fue vicepresidente de Barack Obama durante ocho años, Jill ha desarrollado su carrera como docente y ha sido durante este difícil año una defensora de la importancia de los educadores durante la pandemia.
La primera dama obtuvo en 2007 un doctorado en educación, un título por el que trabajó durante seis años, pero que recientemente fue objeto de críticas misóginas de un columnista de opinión del diario Wall Street Journal.
La columna, repleta de comentarios machistas, criticaba a Jill Biden -que públicamente ha dicho que su doctorado es uno de los logros que más le enorgullecen-, por usar públicamente ese título honorífico que posee, pese a no ser "médico ni haber ayudado a traer a alguien al mundo".
La exprimera dama Michelle Obama respondió a aquellas críticas recordando que "no hay mejor ejemplo" de persona trabajadora que Jill.
"Durante ocho años vi a la doctora Jill Biden hacer lo que muchas mujeres profesionales hacen a diario. Gestionar con éxito más de una responsabilidad, desde sus obligaciones como docente a sus obligaciones oficiales en la Casa Blanca o su rol de madre, esposa y amiga", señaló Michelle Obama.
Ese ataque es un aperitivo de lo que le espera a Jill Biden en la Casa Blanca, dando forma a un papel en ocasiones ingrato, que ha sido tratado dentro los corsés reservados tradicionalmente para la mujer y que otras primeras damas han querido reformar.
Jill y Joe se conocieron en 1975 en una cita organizada por el hermano del segundo. Jill estaba aún terminando su grado de inglés en la Universidad de Delaware y se estaba separando de su primer marido. Joe Biden venía de pasar tres duros años tras la muerte de su primera esposa, Neilia Hunter Biden, en un accidente de tráfico, en el que también falleció su hija Naomi, aún una bebé.
Ambos contrajeron matrimonio en 1977 en una discreta ceremonia católica en la capilla de las Naciones Unidas en Nueva York.
Jill vino a reemplazar el vacío de la familia Biden para convertirse, no solo en esposa del entonces senador, sino también en madre para sus hijos, Beau y Hunter. "Puso las piezas de nuevo juntas. Me devolvió la vida y una familia", aseguró Joe Biden en una entrevista.
Tras cuatro años de matrimonio, nació la única hija de ambos: Ashley Biden, activista y trabajadora social muy cercana al recién investido presidente.
Jill, que creció en el seno de una familia de clase media en Filadelfia, ha intentado mantener un rol discreto e independiente de la política que ha vivido a diario durante décadas, primero en los años de su marido como senador y posteriormente como vicepresidente.
Sus estudiantes la llaman "Doctor B" y pronto se enfrentarán al dilema de tratar con la primera dama de Estados Unidos, que compaginará una agenda de trabajo que podría poner prioridad a asuntos como la lucha contra el cáncer, la pandemia del coronavirus o la infancia.
Douglas Emhoff, el primer "segundo caballero" de la historia de EE.UU
Los Ángeles, 20 de enero (EFE).- A la vez que Kamala Harris se convirtió este miércoles en la primera vicepresidenta de Estados Unidos, su esposo, Douglas Emhoff, entró también en los libros de historia al iniciar su andadura como primer "segundo caballero" del país en los 232 años de democracia estadounidense.
Emhoff (1964), un abogado experto en entretenimiento, nació y creció en Brooklyn (Nueva York) hasta los 17 años, momento en el que se trasladó con su familia a California, estado que fue su hogar desde entonces y hasta llegar hoy a Washington D.C.
En la costa oeste se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad del Sur de California, se casó con su primera esposa, Kerstin Emhoff, tuvo dos hijos, Cole y Ella, trabajó en varios despachos de abogados hasta convertirse en socio de DLA Piper y en 2013, tras divorciarse, conoció a su actual mujer, Kamala Harris.
UNA "CITA A CIEGAS" QUE TERMINÓ EN MATRIMONIO
La flamante vicepresidenta de EE.UU. aceptó el consejo de una amiga cercana para quedar por primera vez con Emhoff en una "cita a ciegas", cuando ella era la fiscal general de California, según han contado ambos varias veces en entrevistas sobre el inicio de su relación.
De acuerdo a su relato, Emhoff tomó la iniciativa tras ese primer encuentro y mandó un correo electrónico a Harris con una lista con todas las fechas disponibles de su calendario para seguir viéndose con ella y con el mensaje: "Quiero ver si podemos hacer que esto funcione".
Sobre esa primera cita escribió el propio Emhoff en un artículo publicado este martes en la revista GQ: "En el momento en que conocí a Kamala supe que estaba enamorado. No solo por quién es ella, la mujer cálida, divertida y compasiva que fundamenta a nuestra familia, sino también por la profunda determinación con la que lucha por las causas en las que cree".
Y funcionó, ya que un año después de esa primera cita decidieron casarse en una ceremonia "súper íntima", según Harris, en un juzgado de Santa Bárbara (California, EE.UU.).
Después de la boda, Harris se convirtió oficialmente en la madrastra de Cole y Ella, que se refieren ahora a ella como "Momala", un juego de palabras entre la palabra "mom" (mamá) y Kamala.
DEJÓ SU TRABAJO PARA CENTRARSE EN SU NUEVO ROL
Seis años después de su boda, Harris fue elegida por el ahora presidente, Joe Biden, como su compañera de fórmula para las elecciones y Emhoff decidió dejar "temporalmente" su puesto en el importante bufete de abogados centrado en entretenimiento y propiedad intelectual, en el que tiene clientes como el jugador de fútbol americano Willie Gault y empresas como Merck y Walmart, según la Revista Oprah.
Tras la victoria electoral de noviembre, Emhoff anunció que dejaría definitivamente su lugar de trabajo a partir de hoy, 20 de enero, con la toma de posesión de Biden y Harris como nuevos mandatarios de EE.UU.
De este modo, Emhoff podrá centrarse en su nuevo rol como primer "segundo caballero" de la historia, posición desde la que espera tener impacto y generar confianza "en las instituciones del país y en el extranjero", según su artículo en GQ.
Además de su cargo oficial, el neoyorquino también dará clases de derecho en la Universidad de Georgetown, en Washington, una de las más prestigiosas del país.
"Puede que sea el primer 'segundo caballero', pero sé que no seré el último", aseguró.
Se fue Trump: "Estaremos de vuelta de algún modo", dijo al despedirse
Washington, 20 de enero (EFE).- El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, destacó este miércoles que "han sido cuatro años increíbles" los de su Gobierno y apuntó al futuro al asegurar que volverá "de algún modo", en su despedida horas antes del final de su mandato.
"Estaremos de vuelta de algún modo", afirmó a sus seguidores en la base aérea Andrews, en Maryland, a las afueras de Washington, antes de subirse por última vez al avión presidencial Air Force One rumbo a su mansión privada en Palm Beach (Florida).
"Han sido cuatro años increíbles - agregó- No fuimos una Administración normal".
Asimismo, entre sonrisas, lanzó un dardo a su sucesor, el demócrata Joe Biden, a quien no citó por su nombre.
"Espero que no les suban los impuestos. Y si lo hacen, yo se los advertí", sostuvo.
"Estaré observando (....) tengan una buena vida, nos vemos pronto", concluyó.
Trump abandonó este miércoles la Casa Blanca por última vez como gobernante a primera hora junto a su esposa, Melania, en el helicóptero presidencial, Marine One, pocas horas antes de la toma de posesión de Biden.
El magnate neoyorquino rompió así la tradición y no estará presente en la ceremonia de investidura de su sucesor.
Trump no ha reconocido la derrota en las elecciones de noviembre pasado y sigue denunciando, sin evidencia, haber sido objeto de un "fraude electoral".
Con su salida de la Casa Blanca, concluyen cuatro años turbulentos marcados por la polémica en los que pasará a la historia como el primer presidente de EE.UU .al que se le han abierto dos procesos de enjuiciamiento político, el segundo de los cuales está aún pendiente de ventilarse en el Senado.