Residentes en el Sur de Providence expresaron indignación y temor por la mudanza aquí de un agresor sexual de niños, tras cumplir casi 30 años de condena; el alcalde Jorge Elorza prometió que el individuo estará vigilado "las 24 horas"
PROVIDENCE, RI.- La indignación era colectiva y, por momentos, amenazaba con desbordarse en el salón en el que se congregaron el miércoles decenas de individuos y familias que llegaron hasta el Washington Park Community Center, en la Broad Street, a discutir la mudanza en su vecindario de un ex convicto, agresor sexual de niños, puesto en libertad tras una condena de casi 30 años.
Richard Gardner guardaba prisión desde la década de los 80, tras ser hallado culpable de violar sexualmente a dos niños en casos separados ocurridos en Warwick y en Massachusetts. Uno de los niños, que fue raptado por Gardner de su propia casa, en Rhode Island, murió posteriormente, aunque nunca se ha dicho oficialmente que su fallecimiento estuvo conectado con el abuso sexual al que fue sometido.
El sujeto había salido de la cárcel en el 2016 pero fue devuelto a la prisión por violar su libertad condicional al visitar una biblioteca. La reunión fue convocada conjuntamente por varios oficiales electos encabezados por el concejal Luis Aponte, la senadora estatal Ana Quezada, entre otros. “Tan pronto supe sobre esto, movilicé a toda la gente que pude. Esto es algo preocupante. Este es un hombre muy peligroso y queremos sacarlo del estado. Es un problema serio”, expresó Quezada.
La Policía dijo que de acuerdo con lo previsto por la ley, no se le podía prohibir a Gardner mudarse aquí, como tampoco se le puede obligar a portar un brazalete de seguridad para monitorearlo, como se hace con otros ex convictos. Aunque es un delincuente sexual registrado, su caso es particular, ya que su condena se produjo antes de la aprobación de la Ley Megan, que permite a las autoridades establecer múltiples restricciones para los acusados de este delito.
El jefe de Detectives de la Policia de Providence, mayor David Lapatin, dijo que Gardner se mudó junto a su novia en una casa de la New York Avenue, en Providence. Hasta allí llegaron el mismo miércoles en la noche decenas de personas que le gritaban desde afuera de la vivienda que se fuera de esta ciudad.
Temor
Alyssa Díaz, madre de tres niños pequeños, dijo que Gardner se mudó al lado de su casa. “Podemos mirarlo cuando se para en la ventana. Es algo que da miedo. Tenemos temor por nuestros hijos”, sostuvo. Mientras, Matilde Andrade expresó “cómo nuestros hijos van a estar seguros sabiendo que este hombre está viviendo al lado de su casa? Necesitamos que se vaya. No lo queremos en nuestras calles”.
Estará vigilado “24/7”“No lo queremos aquí, no en nuestra ciudad”, proclamó de manera enérgica el alcalde Jorge Elorza, al comparecer a la reunión. Elorza dijo desconocer quién o cómo se permitió la llegada aquí de Gardner y prometió que no descansará hasta que se establezcan responsabilidades y se busque una salida. Ante la presión de los munícipes, que demandaban una acción inmediata de parte de las autoridades, el alcalde prometió que dispondrá una vigilancia policial especial del individuo las 24 horas, los siete días de la semana, para garantizar que no vuelva a lastimar a ningún niño.
Los senadores Ana Quezada, Harold Mets y la representante Grace Diaz prometieron gestionar la modificación de la ley para evitar que casos como el de Gardner se vuelvan a repetir. Ante el enojo y las continuas expresiones de disgusto por parte de los presentes en la reunión, que reclamaban a gritos una respuesta inmediata en este asusnto de parte de las autoridades, el concejal Aponte pidió a los munícipes ser compresivos con la Policía, puesto que su papel se limita a hacer cumplir la ley. La Policía ha sido enfática al indicar que esta persona ya cumplió su condena y que goza de derechos en estos momentos.
Se casó en Cranston
Y mientras la comunidad protesta por su mudanza aquí, Gardner continúa haciendo vida normal. El pasado fin de semana contrajo matrimonio con su novia en una ceremonia privada realizada en una residencia, en Cranston. El lugar estuvo resguardado por agentes policiales de Cranston y Providence.
En un documento conjunto, varias organizaciones locales defendieron el derecho de Gardner a rehacer su vida. Tras señalar que comprenden el temor de las familias, indicaron que aislar a los ofensores sexuales no es la mejor manera de ayudar en su rehabilitación, y que tanto las autoridades como la propia comunidad deben trabajar conjuntamente en su reincorporación a la sociedad.
"!No lo queremos en nuestra ciudad!"
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