Faltando menos de dos semanas para las elecciones generales en Rhode Island, el próximo 8 de noviembre, tanto los candidatos demócratas como los republicanos buscan con frenesí la fórmula para derrotar a su principal adversario: la creciente indiferencia del votante. En las pasadas elecciones primarias, celebradas en septiembre, hubo una marcada disminución en la votación, sobre todo en ciudades como Providence donde los latinos han tenido, en años anteriores, una participación política dinámica y notable.
Como latinos, las elecciones del 8 de noviembre representan una gran oportunidad para ejercer influencia en el derrotero de un estado donde sumamos casi el 17 por ciento de la población. Si miramos a ciudades como Providence, donde representamos casi la mitad de la población, o Central Falls, donde representamos dos tercios de la población, es de vital importancia que participemos en estas elecciones. Pues, el verdadero poder político de una comunidad no se mide en la cantidad de oficiales electos que pueda tener, sino en la cantidad de votantes que salen a las urnas en una elección. Entre más latinos voten, mayor es la obligación de los políticos electos de tomarnos en cuenta. Está demostrado, los políticos se mantienen muy pendientes de quienes participan y, por extensión, a quienes hay que responder y resolver.
Las elecciones generales del 8 de noviembre presentan una gran oportunidad para que ese mensaje llegue claro y contundente. Incluso, no hay que esperar hasta entonces. Se puede votar desde ya de manera presencial en cada municipalidad o también por correo.
Curiosamente, la baja tendencia al voto que se viene registrando en los últimos tiempos hace que nuestro voto sea aún más valioso. Entre más norteamericanos se abstienen del voto, más valen nuestros votos y más nos tienen que tomar en cuenta quienes nos gobiernan. Esto no es cuestión de partidismo ni ideología. Es simple matemática.
Más que sumarle votos a un candidato o una candidata en particular, nuestra participación colectiva le envía un mensaje claro a la clase dirigente del estado: los latinos estamos aquí para quedarnos, tenemos voz propia y somos dueños de nuestro propio destino.