"Christian nunca mató a nadie, él cometió sus errores, pero había cambiado. El estaba trabajando, estaba tranquilo, no andaba en la calle, ni con grupos. Yo pienso que no es justo lo que está pasando”, dijo Ybelka Peña
PROVIDENCE, RI.- Casi un año ha transcurrido desde que la madrugada del primero de enero de 2018, Día de Año Nuevo, Ybelka Peña recibió la noticia más terrible de su vida. Su hijo Christian, de 23 años, fue muerto a tiros, en un hecho por el cual, más de 11 meses después, no se han establecido responsabilidades.
“Everything is the same, if we know something else, you will be the first person that we call” (Todo sigue igual, si sabemos algo más, usted será la primera persona que vamos a llamar). Este mensaje, repetido por los detectives una y otra vez, ha sido la única respuesta que recibe esta madre de parte de los investigadores que llevan el caso, en el Departamento de Policía de Providence.
“Llamo al detective y, desde el primer día, me dice lo mismo, que no hay nada nuevo, y que si José no habla, no hay nada que hacer”, expresa, con angustia, esta madre, de origen dominicano. La persona identificada solo como José, es a quien supuestamente iban dirigidos los tiros que le arrancaron la vida a su hijo, según Peña. Ella dijo que tiene entendido que una señora residente en las cercanías de donde ocurrió la tragedia le suministró videos de una cámara de vigilancia a la Policía. Una estación de gasolina en los alrededores, habría hecho lo propio. Sin embargo, nada se ha hecho.
Peña dijo sentirse impotente al saber que su hijo no era el blanco de ese ataque, que él solo trató de alertar a quienes iba dirigido, y aseguró que eso lo saben personas no identificadas que estuvieron presentes, pero que se niegan a dar su versión de los hechos.
Se quejó de que la Policía de Providence no ha actuado con diligencia en este caso y tampoco le ha brindado apoyo para tener acceso a más información o para entrevistarse con los investigadores. “Yo pedí los resultados de la autopsia y me los negaron porque el caso está activo, tampoco me ha sido posible ver a ninguno de los detectives. Cuando hablé con (Jorge) Elorza, el jefe de la policía me llamó, pero nunca he podido ver a nadie”.
Al preguntarle a qué cree que se debe que la Policía no haya resuelto este crimen a casi un año después de ocurrido, su respuesta estuvo cargada de dolor: “Ellos lo ven simplemente como un ganguero menos. Christian nunca mató a nadie, él cometió sus errores, pero había cambiado. El estaba trabajando, estaba tranquilo, no andaba en la calle, ni con grupos. Yo pienso que no es justo lo que está pasando”.
Al expresar que el dolor por la muerte de su hijo no pasa, sino que aumenta según transcurren los meses, Peña dijo que su único consuelo es su nieta, Mía Christina, la bebé de dos meses, hija de Christian, y la cual su padre no tuvo la oportunidad de conocer.
"No quiero ver a otra madre sufriendo"
Christian era un muchacho de buen corazón cuyas malas decisiones lo llevaron por el camino equivocado, al decir de su mamá. Tal era su entrega por los demás, explica su madre, que ella está convencida de que fue por tratar de proteger la vida de un recién nacido que su hijo resultó muerto a balazos.
“Mi hijo fue a conocer a un bebé, de diez días de nacido, hijo de un amigo suyo. Cuando llegó a esa casa, él vio unas personas extrañas afuera, y se fue. Parece que él estuvo llamando al amigo para alertarlo, pero como no respondieron, él regresó. El estaba dentro del apartamento cuando ellos dispararon”, narró Peña, en una entrevista previa con Acontecer Latino, en enero pasado, a raiz de la tragedia.
Dijo estar preocupada por la reacción que la muerte de su hijo ha causado entre jóvenes del círculo de amistades y familiares de la víctima. “Ellos hablan de venganza, pero yo les digo que Dios tiene el control. Los que le hicieron esto a mi hijo tienen que pagar, pero con cárcel. Yo no quiero ver a otra madre sufriendo lo que estoy sufriendo yo”, expresó.
Describió a Christian como un joven cariñoso, amante de los animales, el deporte y la cocina, que tenía un gran talento para ser chef o quizás veterinario. Su muerte trágica e inesperada tronchó sus planes de irse a Florida, un viaje para el cual ya había comprado, incluso, sus pasajes para el día tres.
Estuvo preso dos años, “por problemas de la calle”, explica su madre, y desde enero de 2017 estaba libre en probatoria. Estando en prisión conoció el Evangelio y hasta se bautizó.
Contó que para Christian todo comenzó cantando rap en la calle, en el parqueo de la Highlander, en Providence, junto a un grupo de amigos, y la situación fue degenerando hasta convertirse en pandilla. La muerte violenta de uno de sus amigos fue el detonante para la violencia. Afirmó que como madre ha dedicado todo para sus hijos y que les ha dado un buen ejemplo pero al final ellos escogen su propio camino.
“Son pruebas que llegan a nuestras vidas. Yo tuve cinco, no todos son perfectos, pero yo no me siento defraudada. El cometió sus malas decisiones. Uno llora cuando los hijos cometen errores, pero te puedo decir que mi hijo estaba arrepentido y con ganas de formar una familia", declaró. Fue en esos días cuando se enteró de que la novia de Christian estaba esperando un bebé.
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