BRONX, New York.- Aprender a decorar con globos se convierte en una oportunidad de emprendimiento para unas 22 mujeres capacitadas en el taller “Sueña y Emprende 2020”, auspiciado en esta ciudad por la organización Sweet Events.

Las participantes mostraron su satisfacción y agradecimiento a su facilitadora Albanerys González, directora de la entidad patrocinadora, por darles la oportunidad de especializarse en un oficio que les permitirá, no solo lograr la independencia económica, sino además establecer su propio negocio.

En la actividad, llevada a cabo en el Salón de Eventos del Restaurant Bestia Kitchen, participaron también las instructoras Ányela Santos, de @ideal.events.phl, Evelin Romero de @gbmeventsplanning y Pilar Mendoza de @genesisballoonsanddecorations.

Durante la clausura, previo a la entrega de certificados, la señora González manifestó a las participantes que “todos podemos ser emprendedores, pero los verdaderos se definen más por su mentalidad y el hecho de aprovechar las oportunidades".

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Manuel Batista, nuevo propietario del establecimiento en la ciudad de Providence, habla sobre los planes que tiene el negocio bajo su administración

 

PROVIDENCE, RI. – Dedicación, trabajo y empeño han sido la base del éxito en los negocios de Manuel Batista, empresario dominicano, de 40 años de edad, quien después de haberse iniciado como trabajador de carnicería en un establecimiento comercial, hoy es el dueño de un grupo de seis supermercados y restaurantes en Massachussets y Rhode Island.

       Residente en la ciudad de Lawrence, donde se concentra la mayor parte de sus empresas, Batista ha entrado a formar parte recientemente de la comunidad de negocios de Providence, después de que adquirió aquí la tienda de alimentos Armando & Sons Meat Market.

       Batista compró el establecimiento al empresario puertorriqueño Armando Nieves, después de una negociación que se prolongó por alrededor de un año. Nieves falleció de manera inesperada el pasado mes de octubre, sorprendiendo a sus familiares y allegados, así como a la amplia legión de clientes que durante años fue fiel a sus tiendas en Providence y Pawtucket.

        Visiblemente afectado, Batista expresó su pesar por el inesperado fallecimiento de Nieves a quien le unía una relación no solo comercial, sino también de amistad. Dijo que el empresario puertorriqueño fue su suplidor de carnes por mucho tiempo, pero era también una persona a quien admiraba y apreciaba, porque siempre estaba dispuesto a dar un buen consejo o enseñanza.

 Sus inicios

      Desde el año 2004 y por espacio de cinco años Batista trabajó en carnicería para la compañía Market Basket, hasta que en el 2009 adquirió junto a su hermano Amable Batista lo que antes fue Junior Super Market, en Lawrence, Massachusetts.

      “Siempre tuve las aspiraciones de tener mi propio negocio, así que, cuando se dio la oportunidad, lo compré con mi hermano, y de ahí para adelante adquirimos otro, y ya gracias a Dios nos hemos podido expandir. En Lawrence tenemos cinco negocios, gracias a Dios, entre supermercados y Restaurantes”, dijo Batista,

     Adelantó que tiene planes de atraer más a la comunidad latina a su negocio en Providence y que entre sus proyectos está proveer servicio a domicilio empezando en enero próximo, y ampliar el horario, a partir de marzo.

     Por ahora no está entre sus objetivos cambiar el nombre del negocio, cuya administración representa para él un gran compromiso.

“Para mi es un gran desafío, porque Armando fue una gran persona, un líder, lo menos que podemos es tirar ese nombre por el piso. El negocio seguirá con su mismo nombre para recordarlo como lo que él fue: un trabajador incansable. Ese legado tiene que permanecer vivo”.

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Administrado por su propietario, Manuel Delgado, La Gran Parada es un ícono entre los restaurantes de comida criolla dominicana en la capital de Rhode Island, marcando una diferencia dentro de los negocios de su tipo en el área.

PROVIDENCE, RI.- Anclado en el corazón de la Broad Street, una de las calles más populosas de esta ciudad, se encuentra el Restaurante La Gran Parada, un símbolo de tradición familiar que se ha mantenido a través del tiempo en el gusto de su clientela.

Administrado por su propietario, Manuel Delgado, La Gran Parada es un ícono entre los restaurantes de comida criolla dominicana en la capital de Rhode Island. Desde su fachada y diseño exterior hasta su distribución y decoración interna, el establecimiento marca una diferencia dentro de los negocios de su tipo en el área.

“Con la experiencia que yo había adquirido, trabajando en restaurantes en Nueva York, yo tuve la idea de hacer algo diferente aquí en la Broad”, explica Delgado, dominicano, oriundo de Santiago de Los Caballeros, que llegó a vivir a Providence en 1987.

Su papá, Fabio Delgado, fue el primero en abrir el restaurante, en 1985. Luego de trabajar a su lado por varios años, Manuel adquirió la empresa cuando su padre decidió retirarse del negocio, en 1995. Su gran orgullo hoy en día es decir que la Gran Parada se distingue, sobre todo, por su sazón, y en este sentido le da todo el crédito a su cocinera estrella, doña Carmen Valdez, a quien llama cariñosamente “gerente de la cocina”, y quien ha laborado en este negocio por espacio de 15 años. “Ella es más que una empleada. Es como mi familia”, dice Delgado, con firmeza, al tiempo de destacar que el restaurante basa su comida en condimentos naturales.

Evolución

La bonanza del presente es producto del trabajo duro del pasado. El restaurante comenzó con algunas mesas en un reducido espacio y a través de los años ha ido creciendo hasta convertirse en lo que es hoy, un concurrido lugar de expendio de alimentos para el cual laboran unas 24 personas.

Aunque sabe que tiene una clientela fiel –como Eddy Severino, para citar solo un caso, que ha comido aquí día tras día durante casi 30 años- La Gran Parada no se duerme en sus laureles. El restaurante ha introducido variaciones en su menú para ampliar su oferta, creó un sitio web desde el cual se podrá hacer órdenes en línea. También ha modernizado su central telefónica para mejorar el servicio de pedidos y trabaja diariamente en elevar la calidad de su atención al cliente, consciente de que, debido a la gran demanda de pedidos cada día, es usual que se formen largas líneas dentro del restaurante, un área de mejora en la que ya empezó a hacer ajustes.

Dentro de sus planes a futuro en el mediano y largo plazo están tomar las órdenes en las mesas, y crear un patio español para servir las comidas al fresco durante las temporadas cálidas. “Nuestra meta es mantener a nuestros clientes complacidos. Tratamos de darles siempre todo lo mejor”, sostiene Delgado.

Determinación

Delgado refiere que está “extremadamente orgulloso” del crecimiento que ha tenido su negocio, y agradece el apoyo de la comunidad, que mantiene su preferencia por la variedad de platos que ofrece su restaurante. Narra que comenzó a trabajar en el mundo de la gastronomía a la edad de 14 años, laborando en un restaurante irlandés, en la ciudad de Nueva York.

Fue allí donde adquirió conocimientos en todo lo relacionado con el manejo de este tipo de actividad comercial, siendo las compras el área donde más se desarrolló, lo que luego le serviría de plataforma para iniciar su propio negocio. El empresario recuerda que cuando se le presentó la oportunidad de adquirir el negocio, después de trabajar por varios años, lo compró sin dudarlo, invirtiendo en ello todos sus ahorros.

Como todo comienzo, al principio no fue fácil, especialmente porque se enfrentó al desafío de echar hacia adelante un negocio con deudas y sin liquidez monetaria. En esas circunstancias, se vio obligado a solicitar crédito y refiere con gratitud que las primeras mercancías las tomó a crédito en Quisqueya Market y Quality Beef.

Siempre tratando de innovar en el negocio de la comida criolla hispana, y a pesar de que tenía pocos recursos, Delgado dice que pudo hacerle algunas remodelaciones al negocio. Contrató más empleados y diversificó y amplió su menú, incluyendo una variedad de platos con precios asequibles. Con muchos sacrificios personales las cosas fueron cambiando económicamente para él, hasta que pudo comprar el edificio donde hoy funciona el restaurante.

En definitiva, la historia de La Gran Parada Restaurant es un testimonio de determinación, fe, disciplina, y trabajo arduo, tanto para Manuel Delgado, como para todas las personas que han pasado por el restaurante, y no hay nada mejor que eso para él, según sus propias palabras.
 

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