“Represento a cada persona que busca el sueño americano”

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NEW YORK.- "Si una persona que nació en un campo, que se bañaba en un río, que no tenía mucho, pudo llegar a este país, y aplicarse a estudiar, a trabajar fuerte, a hacer las cosas bien, a hacerse ciudadano y comenzar una carrera en este gran departamento de policía, todos tienen la misma oportunidad. Todo en la vida es posible. El que quiere, puede”.

Con estas palabras resume Fausto Pichardo el ejemplo que deja para otros inmigrantes en Estados Unidos su reciente designación como jefe de Patrullas del Departamento de Policía de New York, una posición nunca antes ocupada por un hispano, en los más de 100 años de historia de esa institución. Con su más de 36 mil agentes (uniformados) y unos 19,000 civiles, el NYPD está considerado el Departamento Policial más grande del país. Unos 17,000 oficiales están bajo las órdenes de Pichardo.

Nacido en República Dominicana en un campo llamado Dicayagua Arriba, cerca de Jánico, en Santiago de los Caballeros, Pichardo vino a Estados Unidos a los tres meses de nacido, junto a su madre y hermanos. Entre los seis y los nueve años estuvo de regreso en su país, hasta que su familia retornó al suelo norteamericano y se radicó en el Bajo Manhattan, en la ciudad de New York. Fue en sus años de infancia, motivado por las circunstancias que le tocó vivir, que el hoy alto oficial empezó a sentirse atraído por la idea de convertirse en agente de cumplimiento de ley, según rememoró durante una entrevista exclusiva con Acontecer Latino, en su despacho del Departamento de Policía de Nueva York.

“En esa era de los 80 y 90 en el Bajo Manhattan había tremendo esfuerzo contra la droga. Se veía a diario. Recuerdo, frente al edificio mío, 30, 40 personas, los sábados y los domingos por la mañana poniéndose en línea para comprar drogas. En ese punto decidí que yo tenía que hacer algo, porque la mamá mía no nos dejaba salir a la calle ni a la bodega a comprarle algo, ni al parque a caminar, por miedo a que se armara un tiroteo, y para protegernos nos dijo que teníamos que quedarnos en el apartamento".

En 1997, a la edad de 17 años, entró como auxiliar al NYPD, en un programa en el que trabajó como voluntario, sin cobrar un centavo, por espacio de dos años. “En ese tiempo nos daban 250 dólares anuales, no como salario, sino para comprar uniformes y chalecos a prueba de  balas, porque nos vestíamos como policías, pero la única cosa es que no cargábamos pistolas ni podíamos hacer arrestos”. Cuando estaba en la universidad se involucró en otro programa del NYPD por dos años y cuando terminó su carrera entró a formar parte de la Policía de Nueva York. Fue agente policial por cinco años y tomó el examen de promoción a sargento. En ese rango trabajó en el Cuartel 25 y desde allí se examinó para el rango de teniente, y posteriormente para Capitán. Fue comandante del Cuartel 33 en el Alto Manhattan (Washington Heights) donde fue también el primer dominicano en la historia encargado de ese precinto, en un área mayoritariamente habitada por dominicanos y otros latinos; y durante nueve meses laboró en la Oficina de Información Pública en el NYPD.

Su pasión por el patrullaje, la comunidad y el trabajo en las calles, lo llevó a una nueva oportunidad: ser comandante de un precinto, el 43, en el condado del Bronx, una comunidad formada por minorías. Tres años después fue promovido a subjefe de la división de patrulleros y asistente del ex jefe Rodney Harrison, quien  pasó a ser jefe de Detectives.

La preparación académica ha sido para este oficial tan importante como su experiencia laboral dentro de la policía. El es graduado en Justicia Criminal, con una maestría en Administración Pública. Además realizó estudios de capacitación con el Buró Federal de Investigaciones y en la Universidad de Columbia.

Dice que, aunque gente de su comunidad se le acerca para expresarle que están orgullosos de él por su nombramiento, “el honor es mío de representar no solo a dominicanos, latinos, inmigrantes, sino cada neoyorquino, cada persona que viene a este país a lograr el sueño americano”.

Preocupación por la juventud

Trabajar con la juventud, sobre todo los preadolescentes, es una de sus áreas de mayor interés. "Estamos entrando en una época en la que, desarfortunadamente, no solo como Departamento de Policía, sino como ciudad, como pastores, profesores de la escuela, todos nos tenemos que unir en el propósito de que la generación que venga detrás de nosotros haga las cosas bien, que se comporte bien y tengan las oportunidades que nunca hemos tenido. Como departamento de policía todos nosotros tenemos que asegurar que esos niños de 10 a 13 años. Antes nos preocupábamos de los 17 y 18, pero ahora tenemos que agarrarlos temprano, para que no se desvíen, no se metan a pandillas; que sepan que hay gente que los quiere ver progresar."

Principales retos

La necesidad de reformar algunas leyes que impactan directamente el trabajo policial, como la Ley de Reforma de Justicia Criminal, es para él uno de los grandes desafíos a que se enfrenta. "Una de las cosas que nos preocupan ahora son los obstáculos de las leyes, como la Criminal Justice Reform. Hay personas que cometen crímenes horribles y a los jueces de este estado les han quitado el poder de decidir si esta persona se puede dejar salir o no, por el crimen que han cometido. La comunidad y los policías están haciendo un gran esfuerzo. A personas de 70 y pico de años, que le hacen un robo, por causa de las leyes los jueces tienen que dejar salir a la calle esa persona (que comete el delito), entonces el próximo día vuelve y comete otro crimen".

Los policías, los detectives, hacen su trabajo para arrestarlos, ?para que salgan otra vez? es algo que tienen que darse cuenta los congresistas, asambleístas y consejeros de la ciudad, para cambiarlo un poco. Yo no estoy hablando de darle diez años a un persona por cogerse una soda. Estamos hablando de personas que atacan en la calle a la gente inocente de esta ciudad. La voz de ellos cuenta y tenemos que protegerlos".

Diversidad

Pichardo resaltó la relevancia que tienen actualmente los grupos de minoría dentro del NYPD. “Las personas que se consideran de minorías, como afroamericanos, latinos y asiáticos hoy en día son la mayor parte en el NYPD. Cuando yo empecé hace 20 años era lo contrario”, resaltó Pichardo, al tiempo de destacar que seis de las ocho posiciones más altas dentro de ese departamento son ocupadas por oficiales de minorías, cuatro de ellos de origen hispano y dos afroamericanos. “Piensa lo que quiere decir eso, seis de los ocho jefes de tres estrellas más grandes del NYPD, seis de los ocho son de minoría. Ahora estamos en un punto donde la minoría es la mayoría”.

Relaciones con la comunidad

Para el nuevo jefe de Patrullas del NYP, la relación de los agentes policiales con los miembros de su comunidad es fundamental. Dijo que desde el 2015 el NYPD ha hecho un gran esfuerzo para acercarse más a la comunidad, dando como resultado que los arrestos bajaron de 400 mil a 200 mil y las paradas a ciudadanos disminuyeron de 500 mil a 100 mil, a la vez que la criminalidad se ha reducido considerablemente. “Nos estamos acercando más a la comunidad y vamos a seguir luchando porque sin la confianza y el respeto no vamos a lograr seguir bajando el crimen”.

Héroes sin capa 

Pichardo defendió arduamente el trabajo que realizan los patrulleros, señalando que no todo el mundo deja a su familia para salir a la calle todos los días a arriesgar su propia vida para proteger las de otras personas. “Los patrulleros estamos día y noche trabajando con nuestra comunidad. Con los pastores, las sinagogas, las iglesias católicas para protegerlos a ellos. También tenemos que proteger a las personas que andan caminando, a los niños que están caminando a la escuela, a los que andan a su trabajo, a los taxistas, todo lo que se mueve en esta ciudad se trata y comienza primeramente con los patrulleros, porque cuando alguien llama al 911 ellos son los primeros que responden. La suerte y la buena fortuna que yo tengo es que yo sé la dedicación y profesionalismo que tienen nuestros patrulleros. Yo sé que, cuando cada policía, desde el momento que despierta y sale de su casa a las 5:00 o a las 5:30 de la mañana, cuando le da un beso a sus seres queridos, a su abuela, hijo, padre o madre, a veces desafortunadamente puede ser la última vez que los vea. Pero esos policías el próximo día se despiertan y hacen lo mismo, algo que no muchos hacen: despertar y arriesgar su vida por otro, día y noche, las 24 horas. Pasamos ahora mismo la Navidad ¿cuántos policías tenía yo en la calle trabajando, que no pudieron pasar Nochebuena o Navidad con su familia? Al contrario, dejaron a sus familiares y vinieron a ponerse su uniforme para proteger a los demás, para que ellos celebren con sus familiares. Eso es algo que yo siempre estoy consciente y llevo en mi corazón con orgullo, y necesito que todo el mundo entienda el trabajo (de los patrulleros) que es un trabajo muy difícil, por varias formas, y ellos lo hacen muy bien.

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