Transcurridas más de dos semanas desde que ocurrió el hecho, la abuela materna de Zacary aún espera respuestas de parte de la Policía, que hasta el momento no le ha dado ninguna información acerca de las circunstancias en que resultó muerto su nieto
PROVIDENCE, RI.- Hacía apenas dos meses que Zacary Alfredo Cruz Medina había llegado a Estados Unidos, con la ilusión de encontrar un trabajo para ayudar a sus padres en República Dominicana. Precisamente, cerca de la medianoche del 22 de septiembre, había traído con orgullo 60 dólares a casa de su abuela para hacerle un envío a su mamá. Media hora más tarde, estaba herido de muerte. Una bala, de origen hasta ahora desconocido, le atravesó el pecho, y poco tiempo después, el adolescente expiró en los brazos de su tío, en la misma puerta del hospital.
Su abuela materna, Nancy Acosta, de 56 años, aun no se recupera del impacto que le ocasionó la tragedia. “Estoy destrozada, me siento muy triste”, manifestó Acosta, con voz apagada, en entrevista, vía telefónica, con Acontecer Latino. Al recordar cómo se produjeron los hechos, narró que el adolescente había llegado esa noche desde Newport, donde residía con su bisabuela, desde que consiguió un trabajo allí, en un restaurante McDonald´s, hacía tres semanas.
“Él llegó para traerme 60 dólares que le mandaba todas las semanas a su mamá, y después se quedó afuera hablando con mi hijo y un amigo”, explica la abuela. Recordó que, al poco tiempo de ella acostarse, escuchó varios disparos afuera, y vio por la ventana de su cuarto mucho movimiento de carros. “Cuando busqué mi teléfono para llamar a mi hijo y preguntarle si ellos estaban bien, en eso mi hijo me llama primero y me dice llorando ´mami, ven, corre, que le dieron un tiro a Zacary´. Ahí yo me puse mal, no sabía qué hacer, me vestí y me fui corriendo, a pie, para el hospital”.
Fue su hijo, de 29 años, quien llevó a su nieto al centro médico. Dice que este llegó pidiendo ayuda, pero que no obtuvo una respuesta inmediata. Zacary dio su último suspiro en la entrada de la emergencia del Rhode Island Hospital.
Respuesta policial
Transcurridas más de dos semanas desde que ocurrió el hecho, la abuela materna de Zacary aún espera respuestas de parte de la Policía, que hasta el momento no le ha dado ninguna información acerca de las circunstancias en que resultó muerto su nieto. “Ellos no han dicho nada todavía, solo que están investigando, que no van dejar eso así. Ellos deberían decirme algo, lo que sea; pero no han venido por aquí. Solo me llego una carta de la corte, y ya”, expresó la señora, con gran pesar.
Dijo que no le cabe en la cabeza la posibilidad de que a su nieto lo hayan confundido. “El acababa de llegar de Santo Domingo, y ni siquiera estaba viviendo aquí. Él vivía en Newport, con mi mamá”, enfatizó, al sugerir que los disparos iban dirigidos a alguien más, pues en el momento de la balacera había más personas en el área. “Me siento triste y quiero que sea Dios quien le dé su castigo a esa persona que hizo esa maldad”, concluyó.
Los restos del adolescente serán sepultados en Santo Domingo, donde residen sus padres y su hermana. Su familia en Providence está solicitando ayuda económica, pues no cuenta con los recursos necesarios para costear los gastos del traslado del cadáver a la República Dominicana. Si usted quiere contribuir con esta causa benéfica puede hacerlo entrando a la página https://www. gofundme.com/justice-for-zacarycruz-medina, creado por su tía Adelina Medina.
Se crió en Providence
Nacido en New York, el 13 de septiembre de 1999, el joven vino a vivir a Providence cuando tenía un año de edad. Aquí residía con su abuela, su hermanito y otros familiares en el 60 de la Prairie Avenue, hasta hace tres años, cuando se fue a Santo Domingo a vivir con sus padres. Estudió en la escuela Elemental Roger Williams y desde que regresó de República Dominicana había planeado examinarse para obtener el GED y prepararse para ser chef.
Su abuela lo describe como un joven extrovertido, que no tenía inconvenientes para socializar. También asegura que él no tenía problemas con nadie. “Era muy amable, alegre, popular. Él llegaba aquí y saludaba, no tenía reservas para manejarse. En el trabajo te pueden explicar si tú vas y preguntas cómo él se portaba. Todo el que lo conoció lo ama y lo quiere. No es porque soy su abuela que quiero decir las cosas para que la gente crea. Tengo a Dios como testigo, porque todo el mundo especula, pero en el pedazo donde vivo desde hace 13 años, todo el mundo lo conoce y sabe que estoy diciendo la verdad”. Zacary celebró su cumpleaños número 19 junto a sus familiares apenas unos días antes de ocurrir su muerte.
Muerte de adolescente sigue sin resolver; familiares reclaman justicia
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