La corta distancia entre los dos establecimientos se recorre en un par de minutos caminando, y en unos 60 segundos en carro, y aun así el adolescente se desangró antes de que pudiera recibir la ayuda médica necesaria para tratar de salvarlo. La gravedad de sus heridas, junto con el auxilio tardío, fue un factor determinante.
BRONX, NEW YORK.- Apenas 360 pasos separan la emergencia del Hospital Saint Barnabas y la acera frontal de la bodega Cruz and Chiky, del Bronx, donde el miércoles 20 de junio pasado, el joven Lesandro Guzmán Feliz (Junior), de 15 años de edad, fue asesinado a cuchilladas y machetazos por un grupo de pandilleros.
La corta distancia entre los dos establecimientos se recorre en un par de minutos caminando, y en unos 60 segundos en carro, y aun así el adolescente se desangró antes de que pudiera recibir la ayuda médica necesaria para tratar de salvarlo. La gravedad de sus heridas, junto con el auxilio tardío, fue un factor determinante.
Sin nadie que lo asistiera, el joven luchó, de principio a fin, para resguardar su vida: primero, corriendo varios bloques para evitar ser alcanzado por el grupo de hombres que le perseguía; segundo, tratando de esconderse dentro de la bodega; tercero, agarrándose con fuerza del marco de la puerta del negocio para que no lo llevaran afuera; cuarto, entrando otra vez al comercio en busca de auxilio cuando ya estaba gravemente herido; quinto, corriendo por sus propios pies hacia el hospital, antes de caer desfallecido.
La muerte violenta del menor, de origen dominicano, ha causado gran consternación. Los videos captados por cámaras de seguridad y personas que grabaron el incidente con celulares, han permitido que millones puedan ver las sangrientas imágenes del ataque.
Resguardado por una celosa vigilancia policial, el local de la bodega Cruz and Chiky ha sido clausurado y su entorno convertido en una especie de memorial, donde decenas de personas acuden cada día a rendir tributo al adolescente asesinado. Regados por toda la acera en un espacio que ocupa aproximadamente un tercio del bloque, cientos de velones, globos, flores, cartas y muñecos de peluche han sido llevados hasta donde cayó herido Junior.
Salvo contadas excepciones, la indignación es masiva hacia el propietario y el personal del negocio, a quienes se acusa de haber sido indolentes ante el brutal crimen cometido contra el niño. “Esa gente tuvieron que irse de aquí. Ellos vivían en ese mismo edificio y la policía tuvo que sacarlos para que no los agredieran”, dijo a Acontecer Latino un empleado de un negocio cercano. Afuera de la bodega, algunos letreros expresan el sentir de la gente: “Este bodeguero y sus empleados tienen que ir presos por asesinos. Fue más asesino que los pandilleros. Justicia para Junior”, “Eres un cobarde, estamos unidos y te queremos fuera de nuestra comunidad”, dicen algunos de los mensajes.
El tramo comprendido entre la Tercera Avenida y Bathgate, en sus intersecciones con la calle 183, también se encuentra bajo vigilancia policial, con acceso limitado de vehículos, controlado por vallas de seguridad. Este jueves en la mañana, media docena de agentes policiales se encontraban apostados en las inmediaciones de la bodega y el Hospital Saint Barnabas-
Por el hecho se encuentran bajo custodia policial 10 individuos, dos de ellos arrestados el pasado miércoles, incluido un supuesto cabecilla de la pandilla Los Trinitarios, sindicada como responsable del sangriento ataque contra el adolescente, que hasta el momento ha sido atribuido “a una confusión”.
Hospital a donde llegó Junior está a dos minutos de la bodega
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