Washington, (EFE).- Varias personas resultaron heridas en un tiroteo registrado este viernes en un centro comercial de la localidad de Wauwatosa, en Wisconsin. El alcalde de la población, Dennis McBride, no confirmó el número de heridos, pero aseguró en un comunicado que ninguno se encuentra en situación en que su vida corra peligro.
McBride indicó que unos 75 agentes de policía de varias ciudades cercanas acudieron al centro comercial Mayfair Mall, donde se produjo el incidente, pero el sospechoso no ha sido detenido.
"Llevará tiempo proporcionar información adicional, y quizás más precisa, pero la información se dará a medida que esté disponible", indicó el alcalde en su comunicado.
En la investigación coopera también la división de la policía federal (FBI) de Milwaukee, a cuyas afueras está Wauwatosa.
Según testigos citados por los medios locales, durante el tiroteo se escucharon entre ocho y doce disparos, y tras la llegada de los equipos de emergencia, unas cinco personas fueron sacadas en camilla del centro comercial.
El centro comercial Mayfair Mall fue escenario en febrero pasado de un tiroteo en el que un agente de Wauwatosa, Joseph Mensah, mató de un disparo al joven negro de 17 años Alvin Cole cuando presuntamente huía de la policía. Debido a ese incidente, el centro comercial fue blanco de protestas esporádicas durante varios meses.
Mensah, que también es negro y que dijo que disparó al joven porque este le apuntó con una arma, no fue procesado por la justicia, pero a raíz del incidente, llegó recientemente a un acuerdo con la ciudad por el que dejará la policía a cambio de una indemnización de 130.000 dólares.
Revés para Trump: Corte Suprema en Pennsylvania desestima anular votos
Washington, 18 de noviembre (EFE).- La campaña del presidente Donald Trump sufrió un nuevo revés en Pensilvania, donde la Corte Suprema estatal revirtió un fallo de un tribunal inferior en relación con la demanda de que los observadores republicanos no tuvieron acceso al conteo de votos. De acuerdo con el tribunal, no se violó ninguna ley al establecer límites para los observadores dentro del espacio asignado, por lo que queda descartado además la solicitud de invalidar los votos emitidos.
Mientras, la campaña del presidente Trump presentó este marte una nueva querella por supuestas "irregularidades sustanciales" y "fraude" en las elecciones en el estado de Nevada.
Diez días después de que las proyecciones de las televisiones estadounidenses señalaran al demócrata Joe Biden como ganador en Nevada con el 50,1 % de los votos frente al 47,7 % de Trump, la campaña republicana desafió las cifras, al reclamar que se concedan los seis votos electorales al actual gobernante o se anule por completo el resultado tras alegar, sin pruebas, irregularidades.
"La demanda detalla la falta de fiabilidad de la máquina de procesamiento de votos y escaneo de la firma Agilis utilizada en el condado de Clark, y las máquinas de votación electrónica usadas en todo el estado", señaló la campaña republicana en un comunicado, al insistir en sus afirmaciones pese a que otras querellas ya han sido rechazadas por jueces en ese estado.
La acción, presentada en el Tribunal del Primer Distrito Judicial de la ciudad de Carson (Nevada), alegó además que se negó el acceso de los observadores al proceso de verificación de votos confusos e "irregularidades" de algunos programas de divulgación para nativoamericanos que, según la nota, "resultaron en una aparente compra de votos".
"No menos de 40.000 votos y posiblemente más fueron afectados por estos diversos defectos. Este margen es mayor que el margen entre el presidente Trump y Joe Biden en Nevada", argumentó la campaña del gobernante.
En declaraciones recogidas por el diario The Washington Post, el secretario del condado de Clark, Joe Gloria, señaló que este tipo de discrepancias no son un fraude y afectan a menos de mil votos, lo que extrapolado a todo estado representaría alrededor de 1.500 votos en disputa, muy por debajo del margen de 33.600 de ventaja que tiene Biden.
Nevada, ubicado en el suroeste de EE.UU. y conocido sobre todo por su gran ciudad de Las Vegas, se había convertido en uno de los estados clave en los comicios estadounidenses por los seis puntos que otorga en el Colegio Electoral.
En 2016, la aspirante demócrata Hillary Clinton se impuso por un estrecho margen; por ello, los republicanos lo habían marcado como uno de los posibles estados que podrían volver a caer del lado republicano.
También este martes se conoció una decisión de la Corte Suprema de Pensilvania que revirtió el fallo de un tribunal inferior que consideró que la ciudad de Filadelfia había violado la ley estatal al no dar a los observadores republicanos suficiente acceso para el conteo de votos.
Pero la mayoría de los magistrados estatales consideró que la junta de escrutinio de Filadelfia no violó ninguna ley al establecer límites para los observadores en el espacio asignado para mantener las boletas, teniendo en cuenta el distanciamiento social debido a la pandemia.
La ley estatal “solo requiere que se permita que un representante autorizado 'permanezca en la sala en la que se registran previamente las boletas de voto en ausencia y las boletas enviadas por correo'”, afirma el fallo, firmado por cinco jueces y difundida por el Post.
Los dos jueces que discreparon del fallo descartaron, sin embargo, la posibilidad de que se invaliden los votos.
Ya el jueves pasado, dos jueces desestimaron en Pensilvania seis demandas de la campaña de Trump, que además retiró otra querella interpuesta en Arizona.
Trump bloquea la transición de mando con Biden
Aunque en un principio los republicanos habían optado por el silencio, poco a poco los líderes del partido han ido ofreciendo un apoyo matizado a las denuncias del mandatario.
Washington, 10 de noviembre (EFE).- La negativa a aceptar la derrota del presidente Donald Trump, en las elecciones del pasado martes, abre un escenario caótico en Estados Unidos, con el Departamento de Justicia respaldando las denuncias infundadas de fraude electoral, mientras sigue bloqueada la cooperación con el equipo de transición de Joe Biden.
Cuatro días después de que se proyectase a Biden, candidato demócrata, como próximo presidente de Estados Unidos, Trump sigue parapetado bajo un muro de acusaciones sin evidencia.
"Estamos haciendo grandes progresos. Los resultados empezarán a llegar la próxima semana. Volvamos a hacer grande a EE.UU.", dijo Trump a primera hora de este martes desde su cuenta de Twitter sin ofrecer detalles al respecto.
Aunque en un principio los republicanos habían optado por el silencio, poco a poco los líderes del partido han ido ofreciendo un apoyo matizado a las denuncias del mandatario.
"El presidente está 100 % en su derecho de investigar las acusaciones de irregularidades y sopesar sus acciones legales", aseguró Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado anoche durante una intervención en el Senado.
McConnell se abstuvo de reconocer las proyecciones de los medios que otorgan la victoria a Joe Biden en los comicios del pasado 3 de noviembre.
La actual situación supone un marcado contraste con lo ocurrido hace cuatro años, cuando Trump se impuso a la candidata demócrata, Hillary Clinton.
Apenas unos días después de conocerse el resultado en 2016, Trump era recibido en la Casa Blanca por el entonces presidente saliente Barack Obama (2009-2017), y arrancaba así el proceso de transmisión del poder.
Una escena que parece impensable ahora.
TENSIONES EN EL SENO DEL DEPARTAMENTO DE JUSTICIA
Ante la inusual situación, la agitación interna en las agencias federales es más que evidente.
Pocos minutos después de que el fiscal general de EE.UU., William Barr, ordenase investigar el supuesto fraude en los comicios presidenciales, el director de delitos electorales del Departamento de Justicia, Richard Pilger, anunciaba su dimisión inmediata.
"Habiéndome familiarizado con la nueva norma y sus ramificaciones (...) lamentablemente debo renunciar a mi cargo como director de la División de Crímenes Electorales", anunció Pilger, en una comunicación interna filtrada a medios estadounidenses en la noche del lunes.
Pilger, además, lamentó que la orden de Barr "deroga una norma de 40 años de no interferencia (federal) en investigaciones de fraude electoral durante el periodo anterior al de certificación de las elecciones".
Barr había criticado, precisamente, el rol de la división de Pilger y había obligado a todos los fiscales del Departamento de Justicia a investigar supuestas irregularidades en las pasadas elecciones presidenciales antes de que los resultados sean definitivos.
TRANSICIÓN EN EL AIRE
La agencia gubernamental encargada de iniciar el proceso de transición es la Administración de Servicios Generales (GSA, en inglés), una vez que determina que hay un ganador "aparentemente exitoso" en las elecciones.
Algo que, por el momento, su directora, Emily Murphy, nombrada por Trump, no ha hecho.
Si bien Biden consideró oportuno dar unos días a la Administración Trump para que asimilase la derrota, poco a poco la campaña del presidente electo ve crecer su inquietud ante la postura beligerante del mandatario.
"Creemos que ya ha llegado el momento de que la directora de la GSA certifique con rapidez a Joe Biden y Kamala Harris como presidente y vicepresidenta electa", indicó un asesor de Biden en una llamada telefónica anoche.
Esta certificación es necesaria para que la mecánica de la transición comience a operar, al otorgar acceso a miembros del equipo del presidente electo a información gubernamental y que puedan establecer contacto con los funcionarios de las agencias federales.
Biden considera especialmente necesario este paso ante la gravedad de la crisis del coronavirus, que ha dejado en EE.UU. más de 237.000 muertos.
La campaña del mandatario saliente, así como el Partido Republicano, han interpuesto más de una decena de demandas -algunas ya retiradas- en varios estados denunciando supuestas irregularidades, pero aunque esos casos fuesen ciertos no parecen ser suficientes para revertir el resultado.
Para ganar las elecciones en los tribunales, Trump debería darle la vuelta al escrutinio en Pensilvania, Georgia y Nevada o Arizona, todos ellos estados en los que Biden ya ha sido declarado ganador o lidera el escrutinio de forma clara.
Según los últimos conteos, Biden cuenta con 290 votos en el colegio electoral, por encima de la cifra mágica de 270 que otorga la victoria.
El presidente que gobernó por Twitter y perdió por correo
Washington, 8 de noviembre (EFE).- Donald Trump ha gobernado a golpe de la tecnología punta de Twitter, un altavoz que distribuye al instante sus mensajes por todo el mundo; pero su derrota llegó por la vía postal, un canal analógico y más que centenario que repartió un récord de votos en su contra.
Más de 65 millones de estadounidenses votaron por correo en las elecciones con más participación de la historia de Estados Unidos, y todo apunta a que la mayoría lo hicieron por el candidato demócrata, Joe Biden, que se convirtió este sábado en presidente electo tras quedar claro que se impondrá en los estados suficientes.
La avalancha de papeletas metidas en sobres ganó el pulso a los tuits de Trump, que había recurrido decenas de veces a Twitter para advertir, sin ninguna prueba, que el voto por correo favorecería el fraude electoral.
TRUMP CONTRA EL SERVICIO POSTAL
Los millones de estadounidenses que siguen a diario sus mensajes en la red social le escucharon y escogieron mayoritariamente votar en persona, respaldándole aún más decisivamente que en 2016, con un récord de más de 70 millones de papeletas a su favor que solo superó Biden, con sus más de 74 millones de sufragios.
Consciente de que una alta participación en las elecciones disminuiría sus opciones de seguir en la Casa Blanca, porque suele beneficiar a los demócratas, Trump declaró hace meses la guerra a los planes de la mayoría de los estados de expandir las opciones de voto por correo debido a la pandemia de la covid-19.
"Las elecciones de 2020 estarán totalmente amañadas si se permiten los votos por correo", clamó Trump en Twitter el pasado 26 de julio, a pesar de que no hay absolutamente ninguna prueba de que ejercer el sufragio por la vía postal pueda llevar a un fraude.
En junio, el mandatario instaló al frente del Servicio Postal de EE.UU. a uno de sus aliados, Louis DeJoy, quien empezó a implementar una serie de duros recortes a los que luego dio marcha atrás parcialmente, ante la fuerte polémica que generaron.
RETRASOS Y TRABAS EN ESTADOS CLAVE...
Al final, los retrasos en el Servicio Postal implicaron que más de 150.000 papeletas en todo el país -miles de ellas en estados clave- no llegaron a entregarse a tiempo para el día de las elecciones, un número relativamente pequeño pero significativo, según datos oficiales.
Mientras, los líderes republicanos en varios estados bisagra siguieron la corriente a Trump y pusieron trabas al voto postal: en Texas, se restringió el número de puestos donde se podía depositar papeletas por anticipado a solo uno por condado, incluso en el que incluye a Houston, donde viven más de 3,4 millones de personas.
En Pensilvania y en Wisconsin, las legislaturas estatales, controladas por republicanos, se negaron a permitir que las papeletas enviadas por correo se empezaran a procesar antes del día de las elecciones, lo que explica en parte por qué el país tuvo que esperar casi cuatro días para conocer el ganador de los comicios.
Sin embargo, el proceso se desarrolló por lo demás de manera fluida, sin el caos que intentaba azuzar Trump y temían los demócratas, y los funcionarios y voluntarios en estados clave hicieron oídos sordos a las exhortaciones del presidente saliente de que "parara el conteo" de las papeletas emitidas por vía postal.
... SIN APENAS IMPACTO
"Los retos y obstáculos eran quizá los mayores en la historia, o al menos desde la epidemia de la 'gripe española' de 1918", dijo un profesor de la Universidad de Stanford y experto en el sistema de voto en EE.UU., Nathaniel Persily, al diario The New York Times.
"Y sin embargo, vimos menos problemas que en ningunas elecciones presidenciales desde las de (George W.) Bush contra (Al) Gore" en 2000, que provocaron una disputa que acabó en el Tribunal Supremo, añadió Persily.
El proceso demostró que el sistema de voto por correo es frágil y necesita reformas en EE.UU., un país donde no hay registro automático de votantes y donde en las últimas décadas se han impuesto múltiples trabas al derecho a votar que suelen perjudicar a las poblaciones más marginadas o pobres, como los latinos y negros.
Pero la jugada salió mal a Trump, que no consiguió congelar en el tiempo el "espejismo rojo" (republicano) que reflejaba el mapa electoral la noche del 3 de noviembre, ni evitar que se contaran los votos por correo que acabarían dándole la victoria a su rival.
Ese hecho se reflejó en los cientos de manifestaciones para celebrar su derrota en ciudades de todo el país, donde los asistentes vitorearon a camiones del Servicio Postal, se disfrazaron de buzones y dieron las gracias a ese viejo mecanismo que permitió que se tuviera en cuenta su voluntad.