Llueva, truene o relampaguee: la partida de dominó es lo primero en Miami

El Pais
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No tienen miedo a Dorian, ni a sus vientos de más de 250 kilómetros hora ni al desastre que ha causado en los últimos días en las cercanas islas del norte de Bahamas, donde la cifra de muertos va creciendo según se aleja el ciclón y se acerca a Estados Unidos.

Miami (EFE).- El juego de dominó genera tal pasión entre los cubanos mayores de Miami que nada ni nadie les quita su "partidita" diaria, ni siquiera el temido huracán Dorian, que dejó un rastro de desolación a su paso por Bahamas y se acerca a la costa este de Florida.

Uno podría pensar que, dadas las inclemencias del tiempo, los jubilados se abstendrían este lunes de su cita casi diaria en el parque Máximo Gómez, más conocido como el "Dominó Park" y situado en la populosa Calle 8, en pleno corazón del barrio de la Pequeña Habana, pero una veintena de ellos no renuncia a su "pasión".

"Pase lo que pase, venimos", dice a Efe Ismael Roig, de 84 años, que juega una partida con tres amigos mientras llueve copiosamente, lo que, irremediablemente, hace que sus pies se queden "un poco mojados".

El ruido de las fichas sobre las mesas suenan con mayor fuerza que el aguacero que cae sobre el tejadillo que los protege y las lonas de plástico que se agitan con las ráfagas de viento de Dorian.

No tienen miedo a Dorian, ni a sus vientos de más de 250 kilómetros hora ni al desastre que ha causado en los últimos días en las cercanas islas del norte de Bahamas, donde la cifra de muertos va creciendo según se aleja el ciclón y se acerca a Estados Unidos.

"En la casa nos volvemos locos", dice sobre el motivo que le llevó a salir un día más de casa, a pesar de la intensa lluvia.

Y es que, aunque en Miami no se han declarado ningún tipo de alerta por el próximo paso del huracán Dorian, el segundo más poderoso en el Atlántico desde que se tienen registros, las condiciones meteorológicas empeoran con el paso de las horas, pero no lo suficiente para ellos.

"Aunque el ciclón estuviera ahí mismo, al otro lado de la calle, estos hombres vendrían. Es un vicio, una necesidad, el mayor pasatiempo de los cubanos mayores", explica a Efe Miguel Ramos, empleado público encargado de cuidar este pintoresco rincón de Miami donde los ancianos beben café, juega y charlan con sus amigos.

Y el martes, cuando se calcula que Dorian esté más cerca que nunca de Miami, el parque abrirá sus puertas religiosamente a las nueve de la mañana para que se celebre un disputado torneo de dominó.

"Llueva, truene o relampaguee habrá torneo mañana. Si no se fajarán", dice Ramos, que anticipa que a esa hora habrá señores y señoras mayores haciendo fila a lo largo del Paseo de las Estrellas de la Pequeña Habana, en el que se rinde tributo a actores, escritores, artistas y músicos latinoamericanos.

Otros valientes que desafían el clima para disfrutar del dominó son los integrantes de "la perrera", un grupo más joven y variopinto que los ancianos del "Dominó Park" y que reciben este nombre por la "bulla" y las disputas que forman al jugar.

Hoy, como todos los días que llueve, se refugian bajo un soportal al otro lado de la Calle 8 para jugar al dominó en una mesa plegable especialmente diseñada para disfrutar de una de las actividades lúdicas favoritas de los cubanos, incluidos los emigrados a Miami.

Cuatro juegan y otros diez observan, comentan e incluso animan a alguno de los participantes a concretar su enfado por el malhacer de su rival y levantarse de la mesa, con la clara intención de ocupar su lugar.

"Eres como el ciclón", le dice uno a otro al que recriminan que está más pendiente de la polémica que de la partida.

Armando Bárbaro asegura a Efe que este grupo monta sus mesas de dominó casi todos días al año: "Estamos aquí casi todo el tiempo, aunque el tiempo sea malo".

Explica que para ellos el clima no es relevante a la hora de quedar para jugar, pues lo suyo y el dominó genera la misma "pasión" que puede levantar todo un Real Madrid-Barcelona de fútbol.

Y así les dan muchos días las 5 o 6 de la madrugada, jugando, fajándose y gritando aquello de "¡Doble blanco!.

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