Pareja de hispana muerta en accidente: “No me dieron mi lugar”

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Arcay dijo que quiere que su caso sirva de ejemplo para otras parejas, tanto heterosexuales como de un mismo sexo, sobre la importancia de formalizar su relación...

PROVIDENCE, RI.- El día nueve de septiembre se cumple un mes del accidente que le costó la vida a Migdalia González, pero para María Luisa Hernández Arcay, su pareja de más de seis años, el dolor por esta tragedia está fresco en su mente y corazón, como si hubiera ocurrido ayer.

González, de 50 años de edad y de origen puertorriqueño, fue la mujer que el pasado nueve de agosto perdió la vida al ser atropellada por un camión compactador de basura, en la Hartford Avenue, de Providence. Las informaciones que se han dado a conocer sobre este hecho de sangre han sido muy pocas, en contraste con las lágrimas que todos estos días ha derramado Arcay.

Las dos mujeres tenían una vida en común, en la que compartían también sueños y planes. Precisamente el día  que Migdalia murió, habían estado conversado toda la mañana por celular, planificando el viaje de vacaciones que se proponían hacer juntas.

Mientras esperaba por ella en su apartamento, para salir a solicitar sus pasaportes, María Luisa llamó a Migdalia varias veces al celular, sin obtener respuesta. Le pareció extraño que ella no respondiera, pero pensó que tal vez tenía el teléfono guardado en una mochila que solía llevar en la espalda.

Una llamada inesperada la sacó de la duda. Le hablaron del Rhode Island Hospital para decirle que Migdalia había sido llevada hasta allá y que era necesario que ella se presentara. Sin imaginar lo que estaba pasando, María Luisa salió de inmediato para el hospital.

El cuerpo sin vida de Migdalia reposaba en un cuarto frío y solo, en el que María Luisa lloró durante horas la pérdida del amor de su vida. Allí, ante aquel triste final del que le había tocado ser testigo, empezó una nueva tragedia para ella.

“Yo les dije varias veces quién era yo, pero ellos solo se interesaron por la familia de ella, aunque les dije también que ella no tenía a nadie aquí, solo a mí. Yo estuve seis horas con ella, muerta, en el hospital; después de ahí ya nadie se comunicó conmigo. Siento que no me dieron importancia, no me dieron mi lugar”, explica Arcay, llorando.

Se quejó de que, por disposición de los familiares, su compañera fue llevada a Puerto Rico para ser velada y sepultada, sin que se le diera a ella la oportunidad de planificar un velatorio aquí, donde tenía allegados y amistades.

Arcay dijo que quiere que su caso sirva de ejemplo para otras parejas, tanto heterosexuales como de un mismo sexo, sobre la importancia de formalizar su relación “A veces uno dice: ¿para qué tener un papel? pero ahora me doy cuenta de que es increíble cómo tú puedes estar en la vida de alguien, y de repente ser echado a un lado, ya no existes”.

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