"Yo tuve el COVID-19": Hispanos narran cómo el virus impactó sus vidas

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PROVIDENCE, RI. - Las estadísticas de los afectados por el COVID-19 generalmente se refieren a personas infectadas y/o fallecidas. Poco se habla acerca de los que se contagiaron y lograron recuperarse. Acontecer Latino le trae las historias de hispanos, residentes de Providence, que vivieron en carne propia los estragos de la enfermedad. A algunos, el virus no solo les arrebató temporalmente la salud, sino que se llevó para siempre a sus seres más queridos.

El exsenador estatal de Providence Juan Pichardo fue duramente impactado por el coronavirus, pero lo más doloroso para él fue haber perdido a su abuela y madre de crianza. “Recuerdo que estuve haciendo trabajos en el patio todo el día. Me acosté y al siguiente día tuve fiebre, dolor de cabeza y en los huesos. Yo pensaba que era la gripe o tal vez que me sentía así porque tenía tiempo sin hacer un trabajo fuerte. Incluso pensaba que era algún tipo de flú. Fui ese mismo día a hacerme la prueba, porque tenía la fiebre muy alta. Salí positivo”.

Estuvo drásticamente enfermo unos 12 días, pero las secuelas del virus lo afectaron por un mes y medio. La fiebre muy alta continuó. Luego vinieron las molestias para respirar, la pérdida del olfato y del gusto, entre otros malestares. Rebajó más de 10 libras. Duró 26 días aislado en una habitación de su casa, sin contacto con su familia para no contagiar a su esposa y a sus hijos quienes afortunadamente no se enfermaron.

Pichardo cree que contrajo el virus cuando visitaba a su abuela, quien falleció por complicaciones del COVID-19 el pasado mes de mayo. Confiesa que por un momento llegó a pensar que él la había contagiado. Explicó que fue una sorpresa para él saber que había contraído el coronavirus, ya que siempre tomaba todas las precauciones, especialmente para ir a visitar a su abuela y madre de crianza. Se ponía mascarilla y usaba alcohol para combatir los microbios. Después se enteró que una persona que estaba al cuidado de su abuela había estado en contacto con alguien que contrajo el virus.

“Me quedé en shock, porque no lo quería creer, no me podía explicar cómo lo obtuve. Yo tenía toda la intención de cuidarme, cuidar a mi madre, a mi abuela, porque yo iba un día a la semana a verlas, con todas las precauciones”, explica. El sentimiento de culpa en algún momento lo martirizó. “Uno se pregunta, ¿fui yo que traje el virus? En la mente tú comienzas a hacerte esa pregunta”.

Ante la incredulidad de personas que se resisten a tomar este virus con seriedad, Pichardo comenta: “Esto es real. Siempre ando por los vecindarios y veo a las personas que no usan su máscara, están afuera y esto es real. Lo más importante es que no es sobre esa persona, sino las otras personas que puedan contaminar con el virus como un amigo, un familiar, alguien con diabetes, por ejemplo”. Para él lo más difícil en este proceso fue estar alejado de su familia. “No estar junto con mi familia sino estar aislado. No poder estar junto a mi madre y mi abuela, en estos tiempos difíciles. No poder darle un abrazo a mi madre. Ya van casi dos meses que no hemos podido abrazarnos y estar en contacto. No poder tener un funeral con la familia cuando falleció mi abuela y madre de crianza”.

“Llevé el virus a mi casa”

Amadol Lora fue el primer sorprendido cuando supo que tenía coronavirus. Aunque trabaja en una labor que lo pone en contacto con una fuente de contaminación, como es la basura, en su rol de conductor de camión en la Ciudad de Providence, por requerimientos de la actividad que realiza él siempre toma medidas de prevención para protegerse, y especialmente por la pandemia, ha venido usando desde el principio guantes y mascarilla.

“El miércoles Santo, llegué a mi casa y en la noche tuve una fiebre muy alta, dolor de cabeza, de garganta. Al otro día siguieron los síntomas”. Varios días después, cuando pudo hacerse la prueba, el resultado al COVID-19 salió positivo. Después que el se enfermó, se contagiaron también su esposa, su madre, y aunque con síntomas leves (él cree que fue asintomático), posiblemente su hijo de 20 años.

Tanto Lora como su esposa tuvieron fiebre, malestar general, pérdida del gusto y el olfato. “Luego cayó mi mamá, que fue la principal víctima”, recuerda. Su madre estuvo 11 días en cuidados intensivos, tiempo durante el cual ni él ni sus hermanos pudieron verla o hablar con ella. Fue una experiencia tan difícil la que vivió esta familia, que todavía hoy, a más de tres meses del fallecimiento de su ser querido, ellos tienen dudas acerca de cómo sucedieron las cosas realmente.

“Esos días fueron de incertidumbre, de albergar esperanzas. No sabíamos nada, solamente lo que nos decían por teléfono en el hospital. Había días que no recibíamos ninguna información. Un día nos dijeron que ella estaba mejor, que el azúcar estaba controlado. Al otro día nos dijeron que estaba muy débil. A mi hermana incluso una enfermera le dijo que debíamos recordarla como ella fue en vida. Eso nos hizo preguntarnos si era que mi madre ya estaba muerta y no nos habían dicho nada”.

Lora habla con gran pesar al recordar que fue el primero en la familia al enfermarse. “A veces uno se siente hasta culpable. Yo llevé el virus a la casa. Mi mamá no salía. Yo era que la sacaba, la llevaba a la iglesia, al cementerio a la tumba de mi papá”. En el lugar donde reside, en una vivienda de tres familias, el COVID hizo estragos. A los cuatro pisos (incluido el “basement”, llegó el virus. En el tercer nivel se enfermaron una adolescente y su tía, en el segundo piso una pareja de esposos, en el primer piso se contagiaron Lora, su madre y su esposa; y un familiar que vive en el basement, también se contagió.

Este es su mensaje para quienes no se cuidan lo suficiente frente: “Yo les diría que esto no es relajo, que perdí a mi mamá y conozco a más personas que han pasado por lo mismo. En Nueva York sé de una familia donde de cuatro hermanos murieron tres. Vivían en dos casas que prácticamente se quedaron vacías”.

“Pónganse la mascarilla”

El aspirante a Representante Estatal Angel Suberví, también compartió su historia. Fue a finales de febrero, a regreso de un viaje a Florida, cuando todo comenzó. Fiebres continuas de hasta 105 grados, mareos, náuseas, diarreas, dolor en el pecho y problemas renales fueron los síntomas que le afectaron. Llegó a perder 25 libras de peso en solo dos semanas. En aquel momento no había sitios de pruebas del COVID todavía en Rhode Island. Un examen de anticuerpos que le practicaron hace más de un mes, arrojó que había tenido el virus.

“Fue crítico. Tuve unos problemas de salud tan fuertes que llegué a pensar que me iba a morir”, recordó Suberví, quien a pesar de todo se mantuvo recluido en su casa, por recomendación médica, pues en aquel momento no era posible determinar si tenía o no el coronavirus.

El COVID-19 golpeó a Suberví también desde otro ángulo. En República Dominicana, su padre, el reconocido dirigente político Fello Suberví Bonilla también enfermó por el virus. Estuvo internado tres semanas en cuidados intensivos, en condición delicada, pero logró recuperarse. “Fue difícil. No teníamos contacto con él y sólo recibíamos información sobre su estado cada dos días cuando salía el médico a hablar con la familia”.

Suberví termina su testimonio con estas palabras: “Esto es serio, no es algo que nadie se ha inventado. No lo creemos hasta que nos afecta directa o indirectamente. Pongámonos la mascarilla y respetemos las reglas. Debemos hacerlo por nosotros y por quienes nos rodean".

Impacto entre latinos

A nivel nacional, los hispanos o latinos ocupan el tercer lugar entre los grupos poblaciones con la tasa de mortalidad más alta por el COVID-19 (34 de cada 100 mil), antecedido por los nativos americanos (37) y los afroamericanos (70), de acuerdo con datos del COVID-19 Tracking Project, que presentó estadísticas basadas en el impacto del virus según la raza.

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