Trujillo, quien fuera ajusticiado un 30 de mayo de 1961 en la capital dominicana tras tres décadas de ser el dios-hombre de la República Dominicana e inspirar a un sinfín de estereotipos sobre dictadores tercermundistas, curiosamente fue enterrado tres veces en tres países diferentes.
En un pintoresco vecindario del extremo oriente de París, Francia, se encuentra un insolito destino turístico. Cada año, el cementerio Père Lachaise recibe a miles de turistas que hacen el peregrinaje hasta este lejano punto para rendir tributo ante la tumba del rockero norteamericano, Jim Morrison, de la agrupación The Doors. Este mítico personaje, quien murió en París a los 27 años de edad hace casi medio siglo, está enterrado en una modesta tumba dentro de este gran cementerio cuya extensión lo convierte en un verdadero barrio de los acostados. Dentro del Père Lachaise también descansan otras figuras de renombre internacional, como la cantante Edith Piaf, el autor Oscar Wilde, el dramaturgo Moliere y el gran compositor clásico Frederic Chopin. Sin embargo, hay una tumba que, pese a estar vacía, guarda una historia muy curiosa. La tumba del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Trujillo, quien fuera ajusticiado un 30 de mayo de 1961 en la capital dominicana tras tres décadas de ser el dios-hombre de la República Dominicana e inspirar a un sinfín de estereotipos sobre dictadores tercermundistas, curiosamente fue enterrado tres veces en tres países diferentes. Primero, su familia lo enterró en su natal San Cristóbal, una pequeña ciudad que queda al occidente de la capital. Luego, cuando huyeron del país, zarparon hacia europa en el yate Angelita con un botín maravilloso y el ataúd de Chapita. Eventualmente, el cuerpo del tirano llegó a Francia donde fue enterrado en el exclusivo Père Lachaise.
El 27 de diciembre de 1969, mientras el mundo se volvía loco con el tema “Touch Me” de Morrison y The Doors, Ramfis Trujillo, hijo mayor del dictador dominicano, murió en Madrid tras un aparatoso accidente automovilístico. Para aquel entonces Ramfis vivía como un verdadero príncipe en Madrid, forrado en los millones usurpados a Quisqueya y protegido por la dictadura del Generalísimo Franco. Al morir, fue enterrado en el cementerio El Pardo en las afueras de la ciudad, zona preferida por la elite oficialista. Todo parece indicar que a sus sobrevivientes les daba pereza viajar a París y llegar hasta Père Lachaise para darle la vuelta al viejo y limpiar el mausoleo. En 1970, los restos del Generalísimo Trujillo fueron trasladados desde París a El Pardo, donde acompañan hasta la fecha a los de su hijo, Ramfis.
Un año más tarde, en 1971, Morrison murió en París y se convirtió en el huésped más famoso de Père Lachaise, a su vez creando un destino turístico “cool” en la ciudad luz. Hoy en dia, la calle que lleva a la entrada del cementerio está llena de restaurantes, bares y negocios que exhiben y venden desde reliquias hasta camisetas con el rostro de Morrison. Mientras tanto, la tumba vacía del Generalísimo yace en el abandono, un monumento a uno de los episodios más pintorescos y malvados de la historia latinoamericana. Cabe destacar que, según un artículo del periódico español El País, el mausoleo de la familia Trujillo en El Pardo también se encuentra en estado de abandono y decadencia.
Todo parece indicar que los herederos del otrora Padre y Benefactor de la Patria Nueva no sienten inspiración alguna por gastar un solo peso en la memoria de su patriarca. Quizás sienten vergüenza. O quizás se identifican con las palabras de Neruda, “es tan corto el amor y tan largo el olvido.” Eso sí, estoy seguro de que en algún viaje a París se han dado la vuelta por el cementerio Père Lachaise para visitar la tumba de Jim Morrison y, por qué no, subir un selfie a las redes.