Mi padre, un yogi estricto en su práctica y en la alimentación vegana por más de 30 años, me decía que no comiera carne, que la leche era la pus de las vacas, y que debía de evacuar varias veces al día. Para una niña en ese entonces, me sonaba totalmente fuera de lugar sus indicaciones. No comprendía el porqué de su insistencia en mi alimentación, en vez de estar presente como un padre debe estar.
Hoy como adulta, me involucré en el conocimiento del yoga y logré perdonar a mi padre por no haber estado y a mí, por no aceptar la vida que este eligió. Hoy día enseño Hatha Yoga y soy vegetariana.
El yoga es la unión entre la mente, cuerpo, y espíritu. Su filosofía es extensa, enraizada en los libros Vedas de la India, entre los más antiguos del mundo. Conlleva varias ramas en la cual la persona aprende de sí misma, con la meta de auto-realizarse y ser uno con todo.
Hace varios meses cumplí con mi objetivo inicial de 200 horas en el aprendizaje yoga en un centro llamado Yoga Sangha, en Santo Domingo. Cursé este intenso y disciplinado programa, el cual incluye anatomía humana, dar clases de Hatha Yoga, meditar todos los días, leer y analizar filosofías, dar servicios sin esperar nada a cambio y preservar la armonía, entre otros.
Este proceso ha sido transformador. Mi objetivo ha sido aprender a sanarme del miedo, enfermedades hereditarias, culpa, resentimiento, entre otros apegos e historias creadas por mí misma. En vez de culpar a los padres o la sociedad, es más provechoso reconocerse, perdonarse y encontrar la paz.
Mi rutina diaria la aprendí de mi maestra de Ayurveda y ha enriquecido el amor propio:
Despertar temprano – de 5 a 6 am. Dar gracias por el nuevo día – hacerme presente de que es totalmente nuevo y permitirle a mi niña interior que se percate de sus maravillas.
Ritual de limpieza de cara, ojos, boca, y lengua – amo el limpiador de lengua, y reemplacé la pasta dental por el polvo de mirra.
Beber un vaso de agua a temperatura ambiente – el agua tibia no me agradaba, pero ayuda a regular el sistema de eliminación.
Evacuar todos los dias a la misma hora – en vez de esperar las ganas de ir al baño, crea la consistencia.
Enjuagarse la boca con aceite de ajonjolí o coco – fortalece las encías, dientes, y más.
Limpiar la nariz usando el Neti Pot – con las bolsitas de sodio que obtuve en CVS la sinusitis ha desaparecido.
Masajes corporales – tengo la gran suerte de que mi esposo es masajista; anteriormente con el aceite de ajonjolí masajeaba mi piel diciendo afirmaciones positivas a mi cuerpo.
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